El hijo del colombiano
Ciro Durán (director del documental 'Gamín' y de la ficción 'La
nave de los sueños', entre otras películas), Vladimir, ha logrado
el premio al mejor director en la competición internacional del
pasado Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias (FICCI)
con su ópera prima. 'Adiós entusiasmo' es un drama claustrofóbico
sobre la familia y el amor rodado en Argentina.
Hay un departamento muy
grande tomado por libros y objetos. Cuatro hermanos ocupan esa casa
en la que siempre hay alguien pendiente de una voz que llega desde
otra habitación a la que no pueden entrar y de la que no puede salir
nadie. La voz es de la madre de los cuatro hermanos. Toma pastillas,
pide mantas y libros, le duelen los huesos, humor muy voluble. Durán
guía al espectador a través de conversaciones triviales y
domésticas, interpretadas con convicción por un grupo de jóvenes
actores en planos de larga duración en los que -el director y los
actores- logran una inquietante sensación de normalidad. El gesto de
los actores que interpretan a los hijos mirando ligeramente hacia
arriba, como si estuvieran escuchando una voz que viene del más
allá, cuando departen con la madre. No hay contacto físico con una
madre que reclama de sus hijos una atención constante que se ha
ganado aislándose de ellos. Un entorno anormal que aceptan los
miembros de la familia -e incluso amigos- sin plantearse mayores
cuestiones. Pápa es un punto en un mapa de Hungría muy cerca de una
hormiga. Tampoco hay padre. Y sí hay recuerdos rodados en cine -y
reproducidos en VHS- que riegan la melancolía.
El título es el tono, y
lleva implícito la pregunta sobre las razones de esa apatía en un
entorno tan enrarecido. La pérdida del entusiasmo conduce a la
pregunta sobre el origen de la situación, pero la respuesta no es
más que presunta normalidad y una ligera tensión que se hace
omnipresente.
A un guion bien armado se
suma una puesta en escena muy convincente. Durán escoge un formato
propio de westerns legendarios con horizontes lejanos para una
película de interiores nocturnos. Utiliza una lente deformante que
distorsiona las distancias, por ejemplo, dentro de un sobrecargado
salón en el que ejecutar una breve panorámica. La decisión del
director contribuye decisivamente a transmitir la angustia cotidiana
de los miembros de esta familia culta en la que todo gira en torno a
los deseos de una madre elidida. El formato también permite al
director jugar con mayor credibilidad la gran baza de la película:
los personajes nunca aparecen en su totalidad en imagen. Es
prácticamente imposible. Suena a declaración de principios:
Vladimir Durán no viene a 'Adiós entusiasmo' para contarlo todo ni
sobre los personajes ni sobre la historia. No habrá catarsis.
He leído el nombre de
Lanthimos en algún comentario de la película y yo también pensé
en 'El ángel exterminador' mientras presenciaba la celebración de
cumpleaños de la madre, con todos los personajes sentados a una mesa
compuesta de rejillas estrechas sobre caballetes situadas en varios
tramos de pasillo.
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