15 mar 2017

Adiós entusiasmo (Vladimir Durán, 2017)


El hijo del colombiano Ciro Durán (director del documental 'Gamín' y de la ficción 'La nave de los sueños', entre otras películas), Vladimir, ha logrado el premio al mejor director en la competición internacional del pasado Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias (FICCI) con su ópera prima. 'Adiós entusiasmo' es un drama claustrofóbico sobre la familia y el amor rodado en Argentina.

Hay un departamento muy grande tomado por libros y objetos. Cuatro hermanos ocupan esa casa en la que siempre hay alguien pendiente de una voz que llega desde otra habitación a la que no pueden entrar y de la que no puede salir nadie. La voz es de la madre de los cuatro hermanos. Toma pastillas, pide mantas y libros, le duelen los huesos, humor muy voluble. Durán guía al espectador a través de conversaciones triviales y domésticas, interpretadas con convicción por un grupo de jóvenes actores en planos de larga duración en los que -el director y los actores- logran una inquietante sensación de normalidad. El gesto de los actores que interpretan a los hijos mirando ligeramente hacia arriba, como si estuvieran escuchando una voz que viene del más allá, cuando departen con la madre. No hay contacto físico con una madre que reclama de sus hijos una atención constante que se ha ganado aislándose de ellos. Un entorno anormal que aceptan los miembros de la familia -e incluso amigos- sin plantearse mayores cuestiones. Pápa es un punto en un mapa de Hungría muy cerca de una hormiga. Tampoco hay padre. Y sí hay recuerdos rodados en cine -y reproducidos en VHS- que riegan la melancolía.

El título es el tono, y lleva implícito la pregunta sobre las razones de esa apatía en un entorno tan enrarecido. La pérdida del entusiasmo conduce a la pregunta sobre el origen de la situación, pero la respuesta no es más que presunta normalidad y una ligera tensión que se hace omnipresente.

A un guion bien armado se suma una puesta en escena muy convincente. Durán escoge un formato propio de westerns legendarios con horizontes lejanos para una película de interiores nocturnos. Utiliza una lente deformante que distorsiona las distancias, por ejemplo, dentro de un sobrecargado salón en el que ejecutar una breve panorámica. La decisión del director contribuye decisivamente a transmitir la angustia cotidiana de los miembros de esta familia culta en la que todo gira en torno a los deseos de una madre elidida. El formato también permite al director jugar con mayor credibilidad la gran baza de la película: los personajes nunca aparecen en su totalidad en imagen. Es prácticamente imposible. Suena a declaración de principios: Vladimir Durán no viene a 'Adiós entusiasmo' para contarlo todo ni sobre los personajes ni sobre la historia. No habrá catarsis.

He leído el nombre de Lanthimos en algún comentario de la película y yo también pensé en 'El ángel exterminador' mientras presenciaba la celebración de cumpleaños de la madre, con todos los personajes sentados a una mesa compuesta de rejillas estrechas sobre caballetes situadas en varios tramos de pasillo.

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